En un ejercicio de magia negra e invocación de los ausentes. Imaginé distintas maneras de regresarle la vida a un pájaro que encontré muerto en el asfalto caliente de una ciudad fronteriza. Apliqué un hechizo taxonómico para hablar de los actos pequeños, silenciosos de amor y coraje que aplicamos todos los días como tácticas de resistencia para hacerle frente al peligro, al riesgo de extinción, soledad y muerte. 

Pienso que la imagen de los pájaros representan la potencia del futuro, lo bello, lo latinoamericano en nosotros que es estelar, valiente, mutable y sin embargo históricamente fútil. El pájaro es redentor, adelgazó sus huesos para poder volar. Transformado se elevó al cielo y desde allá puede ver algo distinto que hemos envidiado y por ello hemos querido imitar.

En Tijuana, en mi barrio Las Cumbres, todo alrededor se compone de alianzas de materiales que no corresponden unos con otros, se utiliza todo, no se desperdicia nada. Entendemos el amplio valor que se encuentran en todos los materiales. Allí aprendí a ver y a hacer collage cuando era niña. En las Cumbres no había electricidad pero había velas.